TuChiqita

 
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Último juego

La ouija


Hola, el relato que les mando es real, y lo confirmo, ya que fui parte del grupo de personas que lo vivieron, espero que sea de su agrado.
Todo comenzó un día en la escuela, éramos un grupo de cinco personas, a las que nos agradaba jugar la ouija.


Bueno para que comprendan un poco mejor la historia, la escuela que les comento era un clínica donde muchas personas murieron en un incendio y conserva algo inquietante en sus paredes. Bueno ese día llevamos nuestra ouija como siempre, como todos los días, pero no iba a ser como los otros, éste era diferente.


Asistimos a las clases como siempre, esperando que dieran las 10 de la noche, hora de salir. Cuando salimos nos quedamos escondidos hasta que todo el mundo se fue, una vez seguros de estar solos preparamos todo para comenzar , ya saben las velas, las oraciones que se tienes que decir etc.


El edificio donde estábamos era de tres pisos, nosotros nos encontrábamos en el segundo, como en muchos lugares, los salones están numerados. Nuestro salón era el número doce. Comenzamos a invocar a los espíritus y todo empezó normal, los contactos eran entes inofensivos que nos relataban como habían muerto, donde estaban ahora y cosas más o menos normales.
Ya cansados y a punto de irnos, yo dije:
- Una más y nos vamos.


Todos accedieron, y así fue como empezamos una nueva invocación que nos marcaría la vida para los restos. Le preguntamos:
- Cual es tu nombre?
A lo que contestó:
- Alma
- Quieres hablar con nosotros?
- Si, pero no aquí.
- ¿Donde?
- Vayan al 18.


Todos salimos corriendo en busca de alguna habitación que tuviera el número dieciocho, buscamos por toda la escuela y nada, hasta que se nos ocurrió mirar en el sótano y allí estaba, el salón número dieciocho.


En ésta planta sólo había un salón, y por alguna razón desconocida todos temían, pero decidimos armarnos de valor y entrar para seguir con el contacto.
Tomamos la ouija y preparamos todo nuevamente, preguntamos de nuevo:
- Alma ¿estas ahí?
- Si
- ¿Esta mejor este lugar?
- Mucho
- ¿Por qué nos trajiste aquí?
- Para mi venganza


Todos asustados tratamos de salir de ese lugar pero alguien había cerrado la puerta, tampoco podíamos abrir las ventanas, en nuestra desesperación notamos que una sexta persona estaba en el cuarto con nosotros, cuando la vi quise gritar pero no pude, es más, algo me atraía y me acerqué hasta ella como si estuviese hipnotizada, tome su mano y en ese momento pude ver su rostro. Era una mujer joven, con cara de sufrimiento, sus ojos y su pelo negros su vestido oscuro, y en pocas palabras hermosa. Cerca de ella sentía miedo, mas bien pavor, mis amigos trataban de jalarme pero la fuerza de ella era más fuerte, en el momento que toqué su mano vi como había muerto, sentí su dolor su rabia, y me pedía que matara a uno de mis amigos con tal de que ella descansara en paz, yo dije que no y me aventó por todo el salón como si fuera un trapo, quede muy mal psicológicamente. Por fin amaneció y pudimos salir de ahí. Todos estábamos golpeados y había sangre por todo el cuarto, escrito con sangre en la pared ponia: - VOLVERE -
Fue horrible y desde ese día, ya no hemos hecho la ouija, ese salón ya no se utiliza.


Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la Ouija, cosa de la que siempre me arrepentiré. La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé definirlo con palabras; unos amigos y yo buscamos una vieja Ouija que mi familia siempre ha tenido guardada... Era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no había nacido, y siempre había querido conocerla. Mis amigos hacían eso por diversión, yo por un fin, puesto que quería hablar con mi bisabuela.


La sesión comenzó, entre risas mis amigos bromeaban, yo estaba muy serio, concentrado, pero ellos no lo notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno, que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigos, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose, de repente, el puntero de la Ouija comenzó a moverse. Preguntamos al unísono, quién era, pero no respondió.


El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabras. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: "Estoy yendo a por vosotros".


llamaba: Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a mi habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo.


La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve, esos gritos eran desesperados.


Entonces me di cuenta: Era mi bisabuela; algo me lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía.

Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero mis amigos me agarraron. Los gritos cesaron, una de mis amigas, tuvo un ataque de nervios. Nos acercamos a consolarla, pero una voz grave y fuerte salió de ella diciendo que no nos acercáramos. Nos quedamos de piedra.

La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: "¡Os lo advertí, y no me hicisteis caso, ahora moriréis!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría. Intentamos abrir la puerta pero no pudimos. Los gritos volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta, yo salí primero, pero se cerró detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla.


Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, pues acabo de salir de la cárcel, culpado por el asesinato de mis amigos, los cuales encontré muertos cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.