Te necesito tanto que he robado
un rato de tu mundo, de tu espacio,
y todo se volvió confuso
entre el deseo y mi locura,
busqué en la emboscada ardiente de mi mente,
tropecé con tu cuerpo febril desnudo,
tus brazos rodearon aprisa mi cintura
y el amor trataba de imponerse.
Yo permanecí calmada y en silencio,
cerré los ojos sintiendo un fuego raro
y un calambre abrupto en el estomago.
De repente sentí tus manos acariciando
la comisura de mis muslos, mientras yo,
hundía con furor mis uñas en tu espalda.
Una lucha placentera y mortal se desató
en mi sediento cuerpo y pude descender
en las inmensidades de tu amado paraíso,
tu voz divina, intima, llegaba con armonía,
desnudé el alma en magna fantasía y llegué
al cielo, llena de luz, en pleno mediodía.